Turkmenistan (24/07-25/07)

24/07/17

Despertamos en el parque de Bajgiran despues de una tranquila noche y nos dirigimos hacia la frontera.

No hemos conseguido hablar con el fixer, que nos dijo que le llamaramos antes de salir, pero bueno, intentaremos entendernos, ya estamos acostumbrados a que no nos entiendan nada.
Por suerte para nosotros, nos atendió un chico que sabía algo de ingles. Un sello aquí, un sello allá y estamos listos para salir (despues de 2 horas y algo).

Para Turkmenistan solo tenemos la carta de invitación, así que nos tienen que hacer el visado en la misma frontera. Nos toman las huellas y limpian el lector de huellas con saliva, para que quede limpio limpio, claro, después unas fotos y 205$ por los 3 visados. Ahora nos separamos, el «machine chofer» por un lado y los pasajeros por otro.

Marco se va con la furgo, mientras Helena y Miguel esperan sentados sin poder moverse, pues los guardias no les dejan levantarse del banco… No vayan a ser espías.

Mientras, la furgoneta pasa por control turkmeno. Primero hay que pagar las tasas. Los coches pagan 10$ y los autobuses 50$, el turkmeno de turno, un hombre que parece chino  tostado en la playa insiste en que la furgoneta es un autobus. Despues de unos cuantos «no big machine», el señor hace lo siguiente: 20$ y se señala su bolsillo.

Ah… aqui está, el momento del soborno, habiamos oido hablar de ello antes, pero no esperabamos que fuese tan descarado.

Se ofrece a dejarnos la tasa en 10$ si le damos 20$. Marco le pregunta si le gusta el futbol, hemos aprendido que normalmente la respuesta es «Si, Messi, Cristiano Ronaldo», y la negociación acaba en 5$ de tasa y 1 camiseta del Barcelona, de adulto y 2 infantiles para los nietos.

Despues de eso, viene el registro mas intenso que le han hecho a la furgo. Tuvimos que sacarlo todo, y al decir tuvimos nos referimos a Marco, porque al ser el «machine chofer» era el que se comía todos estos marrones. Después de comprobar que no llevamos nada raro y conseguir explicar para que sirven las pastillas potabilizadoras, se acaba la inspección y podemos entrar finalmente en Turkmenistan.

Al salir de la frontera nos ofrecen cambio a Manat, rechazar esto fue el mayor error que hemos cometido, pues no puedes cambiar los riales iranies en ningun sitio, ya que nadie, nadie quiere esa moneda, de hecho, terminamos el viaje con 70 eu en riales iranies y aun estamos viendo como conseguir cambiarlos a euros de nuevo.

La primera ciudad a al que llegamos es Asjabad, la ciudad del oro y el marmol, de hecho es la ciudad con mas edificios de mármoldel mundo (543 edificios). Un ciudad que parece un decorado de cine, donde no vive nadie, aparentemente, y todos los edificios parecen ser de algo muy importante. Los 51ºC que nos marca el coche nos obliga a pararnos a comer, beber y refrescarnos en general, lo cual resultó mas dificil, pues aqui cierran a la hora de comer, hasta los sitios de comida, vaya.

Una de tantas estatuas del «lider de todos los turcomanos»

Resulta curioso que todos los turcomanos tienen agua y electricidad pagada, así como un consumo determinado de gasolina, solo por vivir en éste país. Aunque eso no quiere decir que sea un lujo, sino mas bien excentricidades de un lider mal de la cabeza. Prueba de ello es que al mes de enero le ha puesto su nombre y al de febrero, el de su madre. Además, él mismo escribió un libro y se considera un tratado sobre moralidad y civismo, obligatorio de estudiar en el colegio y universidades.

Tras unas cuantas vueltas decidimos que en Asjabad poco vamos a hacer y sobretodo con el calor, así que vamos a Darvaza, pues nuestra idea era dormir hoy alli.

Saliendo de Asjabad se empieza a vislumbrar la realidad del país. Todo el dinero está ahí, en esa ciudad, las carreteras son nefastas, con grandes agujeros, y hay que ir super atentos para no meter una rueda ahi y reventar la dirección.

De camino a nuestro siguiente destino, escuchamos como una explosión en la parte de atras del coche. Bajamos y comprobamos que el cable del freno de mano ha reventado.Por suerte hemos parado al lado de la casa de unos turkmenos que nos ayudan, levantamos la furgo con el gato y desmontamos el cable colgante (realmente, nuestros amigos turkmenos hacen todo el trabajo), de forma que nos quedamos sin freno de mano para el resto del viaje. Les damos un par de paquetes de tabaco por la ayuda y seguimos.

Conducimos a 43ºC, Darvaza no llega y el sol va bajando, hasta que, segun el GPS, llegamos cerca del punto donde está el pozo, buscamos con la mirada en la lejanía, y vemos unos hombres que vienen en moto.

Nos ofrecen a llevarnos con sus motos al pozo y dejar la furgoneta aparcada lejos a cambio de 100$ por los tres.

El lider de esta banda de motoristas es un hombre delgado con la voz de Mickey Mouse que apenas sabe inglés (su vocabulario se limita a «yes, yes, darvazza, go»), otro de sus compinches parece un impasible ruso con un cuello de toro.

Tras pensar que si metíamos la furgo hasta el mismo pozo (7km) la podíamos liar con la arena… decidimos aceptar la oferta, tras bajarla a 60$.

Nos subimos en las motos y vamos hacia el cráter con el sol cayendo a nuestra izquierda. Sin cascos, con chanclas, tanto el conductor como nosotros, y sin sitio donde agarrarse, unido a los continuos botes de la moto te dan una sensación de inestabilidad importante, aunque no de miedo. Y es aquí donde te vuelves a dar cuenta de lo único que es el viaje, ¿donde sino vas a montar en moto, mientras anochece, por carriles de arena con un turkmeno que ademas de pilotarla te va enseñando fotos en el movil? Irrepetible.

Tan irrepetible como el pozo de Darvaza en si mismo. Un enorme cráter con fuego, el calor se siente desde bastante distancia e ilumina el cielo con tonos naranjas durante toda la noche. La historia del crater es graciosa. Los rusos encontraron unas reservas de gas, pero no las querían ahí, así que decidieron prenderles fuego para acabar con el gas existente y poder seguir excavando y construyendo. 40 años despues sigue ardiendo.

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La mejor decisión fue venir de noche

Nos llevan de nuevo a nuestra furgoneta, que habiamos dejado antes de coger las motos, y nos encontramos con dos polacos que iban en moto y vienen de hacer la Pamir Highway, uno de ellos con la moto estropeada, van a hacer noche con nosotros, aunque ellos duermen sin tienda, en una esterilla tirados en el suelo con la ropa puesta. 43ºc a las 12 de la noche, así es Turkmenistan, y dicen que en el desierto hace frio por la noche…

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Los motoristas polacos que conocimos

25/07/17

Nos levantamos temprano y nos vamos hacia Turkmenabat, frontera de salida del país, pues el visado de tránsito que nos han concedido dura solo tres días. Ya hemos aprendido como circular por las carreteras turkmenas. El truco es que alguien te adelante y tú seguirle,pues el va a ir esquivando boquetes y facilitándote la conducción, el problema es que van a 120 km/h en una carretera en la que a 80 ya nos parece demasiado peligroso, así que al final siempre los perdemos.

De vuelta de Darvaza, nos encontramos con los kiwis nuevamente y paramos a desayunar con ellos. Despues de unas señas de «coger pan y mojar» nos traen como un caldo de carne de algún animal indeterminado y algo de pan duro.

La idea es dormir cerca de al frontera, en Mary. Paramos a mitad de camino a comer, en una gasolinera donde tienen muchas ventas para comer y tras llevarnos a la cocina, Helena consigue que entiendan que ella quiere huevos y verdura y Miguel y Marco le dicen que sí, a algo que no saben bien lo que es. Finalmente nos traen la comida, con Helena han acertado, pero el otro plato resulta ser como una rodilla de camello metida en un caldo semitransparente. Si pinta mal, peor estaba de sabor.

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No se puede decir que fuese un plato delicioso

Despues de la decepcionante y cara comida, volvemos al coche con ganas de llegar a nuestro destino, pero al llegar nos enteramos de que los hoteles son carísimos y solo aceptan $, ni euros ni su propia moneda. Nos sentimos indignados.En el fondo, ésto tiene sentido, pues turkmenistan no da visado turístico, por lo que si vas, será por asuntos de negocio, tendrás pasta y serás yanki… así que afloja la billetera.

Decidimos que ese no es el espíritu del viaje, o mas bien que no tenemos tanto dinero (y menos en $) así que pese a nuestras ganas de darnos una buena ducha, nos vamos de la ciudad y nos metemos por un carril entre dunas. Aquí dormiremos esta noche.

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