Turquía [Parte 1] – (9/07-11/07 )

9/07/17

Nos levantamos temprano y salimos a ver Estambul. El centro está a 40 minutos andando, así que decidimos ir andando mientras hacemos tiempo y abren las tiendas y, mas importante, los bancos, pues no tenemos dinero local.

Visitamos la mezquita Azul y la catedral de Santa Sofia (reconvertida en museo). Ambas resultan ser visitas imprescindibles de la ciudad.


Mezquita azul (e interior de esta) y Catedral de Santa Sofía

 Nos dirigimos a continuación al gran bazar de Estambul, nos imaginamos caminando entre cientos de olores y especias, comiendo una gran cantidad de diferentes dulces y contemplando numerosos artículos artesanales.

Nada mas lejos de la realidad pues, al ser domingo, todas las tiendas (salvo una de Calvin Klein) se encuentran cerradas. Desilusionados, nos dirigimos al último lugar que visitaremos de la ciudad, el palacio de Topkapi, donde nos hacemos una foto con vestidos turcos.

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Decidimos volver a la furgoneta. Decididamente, Estambul da para mucho mucho mas, pero nosotros tenemos que seguir nuestro viaje.

Compramos unas «delicias turcas» que efectivamente, están deliciosas, y pasamos por uno de los puentes de Estambul, de vuelta a nuestro backpackers. Éste puente, de dos plantas es curioso, pues en la planta de arriba muchos turcos están pescando peces, que en la planta de abajo, te los sirven al mas puro estilo tapa española.

Cruzamos el puente sobre el Bósforo y Europa nos despide con una preciosa estampa, con los numerosos minaretes de Estambul recortados sobre el cielo y el sol reflejado en el mar.

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Cruzamos el Bósforo y nos despedimos de nuestra querida Europa

Continuamos varias horas más, en dirección Ankara, aprovechando el buen estado de las carreteras y comenzamos a buscar un lugar donde dormir, a ser posible un área de descanso con cesped donde montar la tienda. Pronto se descubre que debemos bajar las expectativas si queremos dormir.

Finalmente, decidimos salirnos de la autopista y meternos por un carril. Encontramos un pequeño llano junto al carril y decidimos montar las tiendas en lo que parecia un carril sin tráfico. Los 5 o 6 coches que pasan en el tiempo que tardamos en montar las cosas nos hacen ver lo equivocados que estábamos. Ya ha anochecido así que no hay vuelta atrás.

Nos cenamos unos fideós instantáneos y nos vamos a dormir intranquilos por la cantidad de luces que se ven pasar a escasos metros de nosotros.

No nos parecía el mejor sitio para dormir, de hecho, Marco durmió como 3 o 4 horas según dice. Helena por su parte señalaba que «Salí de mi zona de confort en el aseo del backpackers, dormir aqui ya es mi zona de miedo». Además, Marco salió por la noche al cuarto de baño y al volver a la tienda le dio por pensar que no habia visto la furgoneta. Eso le dió para un buen rato de pensar como podría alguien venir y robarnos la furgoneta sin que nos enterásemos.

10/07/17

Son las 5.30 de la mañana pero nos despertamos igualmente, ha hecho frío por la noche, y al menos, dos de nosotros no podíamos ni dormir. Además, tenemos mucho camino por delante. Llegamos a una ciudad cerca de Ankara y paramos a sacar más dinero y a desayunar. Unas horas después llegamos al lago Tuz, que se encuentra totalmente seco y no es más que un gran desierto de sal. Paramos a un lado de la carretera y nos acercamos andando. Pronto descubririamos que es más fangoso de lo que parecía a simple vista.

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El fango no perdona y quiere quedarse los zapatos de Helena

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Tras limpiarnos bien la sal (y compartir una sandía que nos ofreció una agradable familia turca) seguimos hacia el sur.

Es casi la hora de comer cuando llegamos a una gasolinera con un merendero, estamos cerca de Ihlara, nuestro destino del día, así que decidimos parar.

Mientras estamos comiendo se nos acercan 2 hombres, interesados por nuestra vario pinta furgoneta. Tenemos una conversación de besugos donde a medias con un traductor y señas, les explicamos nuestro viaje.

Terminamos de comer y nos invitan a té, mientras nos cuentan a que se dedican y cosas sobre sus familias. Les regalamos unas camisetas del Real Madrid y nos marchamos.

Seguimos hacia el valle de Ihlara y aparcamos en un camping cercano. De allí vamos al sendero que cruza el valle. Es un recorrido de 25km, pero sólo haremos los que nos de tiempo, dada la hora que es.

El sendero discurre siguiendo el curso del río, atravesando el valle formado por altas montañas cortadas a pico. En las paredes de roca se encuentran excavadas numerosos habitáculos, iglesias, templos o casas, hechos hace muchos años por los habitantes locales.

Volvemos a nuestro camping, donde cenamos y montamos nuestras tiendas.

11/07/17

Tras una agradable noche donde las ranas del riachuelo cercano nos dan un recital. nos levantamos y desayunamos la comida que llevamos en la furgo.

Nos dirigimos a un complejo de templos cercano. Se trata de una serie de templos y edificios excavados en la roca, al estilo de los que vimos en el valle de Ihlara, pero mucho más grandes y numerosos.

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Tras esto, nos dirigimos a la ciudad subterránea de Derinkuyu. Los numerosos puestos de venta de souvenirs nos indican que nos estamos acercando. Derinkuyu es una ciudad excavada bajo el suelo de roca, desciende 60m en el subsuelo y cuenta con una gran cantidad de pasillos, habitaciones y escaleras por los que es fácil perderse.

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Recorremos los serpenteantes pasillos cada vez más estrechos (hasta el punto de tener que pasar a gatas) y arrepintiéndonos de no haber cogido una sudadera pues hace un frío que pela.

Conseguimos salir y nos dirigimos hacia la ciudad de Uchisar. Tras parar a comer en un bar cercano, subimos al castillo. El castillo de Uchisar está excavado en una montaña (como todo en esta zona) y tiene unas geniales vistas de la zona. Un pequeño error al medir las distancias aparcando provoca el arranque del parachoques trasero, nada que unas bridas no puedan arreglar.

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Sacamos unas fotos del paisaje que nos rodea y seguimos hacia Goreme. Encontramos un rancho de caballos donde hacen rutas guiadas por el parque natural y, como entusiastas de los caballos, no podemos rechazar la oportunidad.

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Finalmente llegamos al «open air museum» de Goreme donde, una vez más, hay una gran cantidad de iglesias excavadas en la roca. Aunque éstas se encuentran en mejor estado de conservación, decidimos que hemos tenido boquetes y agujeros suficientes por hoy y decidimos hacer una visita rápida, pues aún queremos hacer muchos kilómetros en este día.

Saliendo del parking del «open air museum» tenemos que subir la cuesta más empinada que hemos visto nunca y encima, de adoquines. El cubrecarter hecho a mano con chapas nos da todo un concierto durante la subida. Al llegar arriba y encontrar de nuevo asfalto, el taka-taka de las chapas del cubrecarter chocando entre sí, se convierte en un shjjjjj continuo. Paramos en el arcén (si es que esos 5 centímetros de ancho se puede llamar arcén) para confirmar lo que temíamos: El traqueteo ha hecho que las chapas corten las bridas de forma que llevamos el cubrecarter arrastrando.

Como no tenemos alambres o tornillos con que arreglarlo, nos tenemos que contentar con colocar nuevas bridas y ver cuanto aguantan.

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La precaria operación

Seguimos conduciendo otro par de horas y, como empieza a anochecer, decidimos buscar un lugar donde acampar. Vemos una gasolinera con mucho espacio libre, así que le preguntamos al encargado (mediante gestos) si podemos pasar la noche allí.

Nos contesta con una sonrisa y nos dice que sin problemas, que la gasolinera está vigilada 24 horas con cámaras. Ha sido un largo día de boquetes y agujeros, así que toca descansar.

 

 

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